martes, 15 de febrero de 2011

Por la Gracia De William...

"O for a voice like Thunder, and a tongue to drown the throat of war! When the senses are shaken and the soul is driven to madness… Who can stand? When the souls of the opresses fight in the troubled air that rages…Who can stand? When the whirlwind of fury comes from the Throne of God, when the frowns of his countenance drive the nations together…Who can stand?When Sin clips his broad wings over the battle, and sails rejoicing in the Flood of Death, when souls are torn to everlasting fire, and finds of Hell rejoice upon the slain… O who can stand? O who hath caused this? O who can answer at the Throne of God? The Kings and the Nobles of the Land have done it! Hear it not, Heavens, thy Ministers have done it! "

"¡Oh, quien tuviera una voz como el trueno, y una lengua para atenazar la garganta de la guerra! Cuando los sentidos se tambalean y el alma es conducida a la locura…¿Quién puede resistir? Cuando las almas de los oprimidos luchan en el agitado aire enrarecido…¿Quién puede resistir? Cuando el torbellino de la furia procede del Trono de Dios, cuando es el ceño de Su Rostro el que lanza las naciones unas contra otras…¿Quién puede resistir? Cuando Pecado estrella sus inmensas alas sobre la batalla, y navega con regocijo sobre esa marea de Muerte, cuando las almas son arrastradas al fuego eterno, y los demonios del Infierno se deleitan sobre la matanza…Oh, ¿Quién puede resitir? ¿Quién, quién es el culpable? ¿Quién puede responder ante el Trono de Dios? ¡Los Reyes y los Nobles de la Tierra lo han hecho! ¡No les escucucheis, Cielos, tus sacerdotes lo han hecho!" WILLIAM BLAKE, "Prólogo al Rey Eduardo IV",1783.

¿Que representa realmente este poema? ¿Un campo de batalla, o el Infierno en la tierra? Bajo la atenta mirada de William Blake ( poeta, pintor y místico de finales del XVIII- XIX), la guerra se ha transformado en una visión dantesca, apocalíptica, sobrenatural, donde miles de seres humanos son arrastrados por fuerzas superiores hacia un vórtice de muerte y de violencia. El mensaje del poeta, claro como un mazazo, clama al Cielo contra la sinrazón de la guerra, y culpa a los "agentes de Dios" ( reyes, nobles y obispos) de arrastrar a los pueblos a la mutua destrucción. Y es que son los estamentos superiores de clero y nobleza, cuyo poder procede tradicionalmente de la voluntad divina, los culpables a los que Blake dirige su dedo acusador: "Thy Ministers have done it". La obra de Blake, tanto literaria como gráfica, está basada en una serie de visiones fantásticas de fuerza arrolladora; quizás por ese motivo el texto se yergue como uno de los más estremecedores alegatos anti-belicistas de la Historia ("¡Oh quien tuviera una voz como el trueno, y una lengua para atenazar la garganta de la guerra!"). El sentimiento de horror que nos describe es totalmente atemporal: puede responder a una batalla en la antigua tierra de Grecia, a la masacre de una carga de caballería pesada en la Edad Media, o al atronador sonido de la artillería en las trincheras de la II Guerra Mundial. La agonía y la muerte son siempre las mismas.
Sin embargo, podemos ubicar este episodio bélico del poema en un contexto histórico más concreto: la Guerra de las Dos Rosas, un conficto que marcó Inglaterra a fuego durante la Baja Edad Media. El interés de Blake por la historia y la leyenda británica medieval le vino de joven: cuando sólo era un mero aprendiz de pintor, el muchacho recorrió Londres cuaderno en mano, esbozando miles de copias de las iglesias góticas que encontraba a su paso, y solazándose especialmente con los grabados de las tumbas de la realeza. Esta afición, que acabaría por convertirse en un fuerte leif-motiv del Romanticismo, desembocó en una de sus primeras obras, "Poetical Sketches" (1783), de la cual Loreena McKennitt extrae el fragmento "Prólogo al Rey Eduardo IV", rebautizándolo con el melancólico título de "Lullaby" (Nana). Los primeros acordes de la canción, acompañados por la melodía de una antigua canción de cuna, se ven poco a poco silenciados por el clamor de una tormenta que se aproxima.

No lo escribí yo, pero me pareció un artículo fascinante, considerando que el "Prólogo al Rey Eduardo IV" es uno de mis poemas favoritos. Un grande, William Blake...

miércoles, 9 de febrero de 2011

El Último Hilo De Aisa...

Atrapada para siempre en un cielo sin estrellas
Herida y agonizante por la precisión de la flecha
Ella camina sin rumbo hundida en palabras inciertas
Ella no tiene en el mundo ni un ser que la quiera

Sueña que al final del estrecho y cruel camino
Donde las vidas se cortan y cae rendido el destino
Estarán contemplándola en un omnipotente descuido
Los ojos que alguna vez ella condenó al olvido

Llora y se purga de pecados que no puede callar
Aquellos que quizá haya cometido y no pudo recordar
Que la condujeran al castigo de cómo el rey Edipo errar
En el lado más oscuro del orbe por toda la eternidad

Sus hermanas no la oyen, su dueño ya no está
La vida y el deleite que alguna vez conoció se van
Porque ya no encuentra satisfacción en su tarea habitual
Ya no halla belleza en aquellas manos de pureza ritual

Joven y anciana a la vez, bella y monstruosa será
Podrá transformarse muchas veces, más la tristeza la seguirá
Porque su túnica de sombra aquel acto siniestro evocará
Aquel día sanguinario que su tijera el hilo le tocó cortar

Y en aquel segundo definitivo de horror y conmoción
Donde ni un pestañeo escapa al suspiro del exhausto corazón
Desgarrado por las tinieblas del abismo, sin vergüenza ni honor
En la cruz del mundo, en el pilar del juicio final su amante se desplomó

Y ella continúa andando, inmutable y sin que se trasluzca emoción
Sobre aquel rostro indefinible que con su amor también pereció
Lo ha perdido todo, ya de la soledad siquiera siente un atisbo de noción
Solo el deseo de vagar por siempre rogando al cielo protector

Que alguna vez se le permita emprender la larga partida, eso anhela
Para poder bajo el manto del más perpetuo Morfeo apoyar por fin la cabeza
Y sumergirse sin demora en ese sueño inexplicable al que ella a todos sentencia
Para poder junto a aquel lejano amante permanecer en los confines de la tierra

Más nadie la oye, el silencio de la noche es más fuerte ya que sus palabras
La triste y calma negrura parece una imitación burda de su vida desdichada
Nada queda para ella, no la espera más que la sombra de la duda en su almohada
Y la nostalgia de saber que ya con nadie compartirá el tibio calor de su cama

En un nuevo día gris y exasperante ella abre sus ojos y observa su cara demacrada
En el espejo tintineante del agua, su melancolía se reduce en la imagen difuminada
Solo un reflejo del dolor real, solo un rastro del frío que la golpea con brutalidad
Porque la verdad es que está sola y jamás ninguna compañía se le podrá brindar

Porque su corazón no es más que un oscuro hueco negro sin fondo
Porque su amor y su razón no han hecho más que caer en lo más hondo
Del abismo implacable que es la tortura de la muerte portar sin reposo
Su nombre es Aisa y de su historia ya no queda más que cenizas y polvo